lunes, 7 de mayo de 2012

Reflexion del Obispo Ruben Gonzalez

Escrito por P Obispo Rubén González Medina, Presidente CEP
Lunes, 21 de Noviembre de 2011 09:29

Mensaje del P. Rubén A. Gonzalez Medina, Obispo de Caguas y Presidente de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña,
En la celebración del Año Jubilar con motivo del V Centenario
de la fundación de la Iglesia Católica en Puerto Rico.
Mensaje del P. Rubén A. Gonzalez Medina, Obispo de Caguas y Presidente de la Conferencia Episcopal Puertorriqueña, En la celebración del Año Jubilar con motivo del V Centenario de la fundación de la Iglesia Católica en Puerto Rico.19 de noviembre de 2011.

"Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3, 20).

La historia de la fe católica en nuestro pueblo puertorriqueño es la conmovedora historia de un Padre quien lleno de bondad salió al encuentro de sus hijos y sus hijas.

Él está tocando a la puerta de nuestros corazones, y nos ha pedido entrar para permanecer siempre en medio de su pueblo. Hoy, al celebrar 500 años de la llegada de los primeros evangelizadores al suelo borincano entonamos un himno de alabanza y adoración al Dios de la vida. Es Él quien camina con nosotros a través de nuestra historia como pueblo, una historia que también es historia de salvación. Entre luces y sombras nos acompaña y guía bajo la maternal protección de María, madre de la Divina Providencia, patrona principal de toda la Nación Puertorriqueña.

Esto resulta en una "fascinante aventura de vivir la vida según el Evangelio" según bien lo expreso el Beato Juan Pablo II, en su Mensaje a los jóvenes del Perú, en el 1988. Gracias a la llegada de los primeros evangelizadores hoy podemos declarar que “Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y lo será siempre, y que en Él, hay vida y vida en abundancia”Queridos hermanos y hermanas, nuestra presencia hoy aquí como Iglesia Católica en Puerto Rico, es la mejor señal de que nuestra fe en Jesucristo, ha ido actuando en la historia, a través de diversos acontecimientos.

Él ilumina y da sentido a nuestra existencia nos brinda una especial significación a nuestra identidad como puertorriqueños - puertorriqueñas y creyentes. Es una fe viva, que llena de esperanza nos mueve a vivir la fraternidad. Ciertamente atravesamos momentos difíciles, ahora bien, eso no nos desanima porque estamos convencidos que el Señor, dueño de la historia, camina con nosotros nos sostiene, y por el poder de su Espíritu fortalece a los que se dejan guiar por él.

Por eso, no tengamos miedo de asumir valientemente el compromiso histórico al que hemos sido llamados como nuevos evangelizadores en nuestro tiempo. No tengamos miedo de confesar a Jesucristo ante el mundo con una convicción profunda, sentida, vivida, como la confeso el mismo Pedro, primer Papa de la Iglesia y lo confiesa hoy el Papa Benedicto al mundo: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios bendito”.

No tengamos miedo de afirmar que en Jesucristo, muerto y resucitado se ofrece gratuitamente la salvación a toda la humanidad. Una salvación que llega hasta las más profundas raíces de la cultura de nuestro pueblo, donde nuestra identidad como católico y nuestro ser puertorriqueño están íntimamente unidos. No nos avergoncemos de vivir nuestra fe católica en medio de una sociedad que en muchas ocasiones se ha empeñado en ocultar o destruir los valores del Evangelio. No tengamos miedo de vivir nuestra fe católica aun a costa de muchas renuncias y sacrificios. No nos dejemos influenciar por falsas doctrinas o por demagogias partidistas que solo nos dividen y en consecuencia nos destruyen, no solo como individuos sino como pueblo. La verdadera Fe no se vende ni se disimula, se testifica, por eso, no nos avergoncemos de pertenecer a la Iglesia cuerpo de Cristo que tiene como tarea y misión continuar la obra del Crucificado- Resucitado.

Como auténticos discípulos misioneros de Jesucristo evangelicemos nuestra sociedad puertorriqueña, defiendo los auténticos valores sobre todo, el inviolable derecho a la vida y a la dignidad de la persona humana, desde su concepción hasta su muerte natural, al matrimonio y a la familia como bases fundamentales para nuestra fe y nuestros valores. Promovamos una cultura de honestidad que subsane la raíz de las diversas formas de violencia, y enriquecimiento ilícito o corrupción. Anunciemos a Jesucristo con audacia en todos los lugares donde el Evangelio no ha sido suficientemente anunciado o acogido, en especial aquellos ambientes difíciles y olvidados incluyendo aquellos que se encuentran más allá de nuestras fronteras.

En medio de una sociedad golpeada por las rupturas y la desintegración, nuestro gran desafío en nuestro proyecto para una nueva evangelización, es sin duda, trabajar por una reconciliación nacional. En una sociedad cada vez más pluralista, seamos integradores de fuerzas para la construcción de un Puerto Rico más justo, reconciliado y solidario. ¡Que nadie se quede de brazos cruzados!Hermanos y hermanas, en esta nueva aventura seamos una Iglesia viva, fiel y creíble que se alimenta de la Palabra de Dios y la Eucaristía, una Iglesia solidaria que acompaña al que sufre, al pobre o al necesitado. Construyamos una Iglesia que sea Casa y Escuela de Comunión, y si es necesario, no tengamos miedo de llegar a ser una Iglesia mártir, para que con su testimonio de vida haga presente en el aquí y en el ahora o en el devenir de nuestra Historia, el Reino de Dios.

¡Ánimo!

El Señor guía nuestra historia y no olvidemos nunca: “Que conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo, seguirlo es una gracia, transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado”.Que la Virgen Misionera, María, Madre de la Divina Providencia, a cuyo corazón hemos consagramos nuestra Nación Puertorriqueña, nos motive a seguir viviendo con fidelidad nuestra fe católica, para que en comunión con el Santo Padre Benedicto XVI y los pueblos de América Latina y del Caribe nos comprometamos con el Proyecto de la Nueva Evangelización.“Alabado sea Jesucristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre.”

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